sábado, 8 de junio de 2013

Mujica es el camino

Aníbal Arévalo Rosero


Se lo podría considerar el presidente más rico del mundo: rico en cultura, en conocimientos y en generosidad. El 90 por ciento del salario que se gana como mandatario lo dona a planes de vivienda campesina, apenas vive con el 10 por ciento que le queda y de la venta de flores que él mismo cultiva junto con su esposa, Lucía Polanski. Es un analítico, lleva una vida apacible, nunca hace un discurso altisonante, ni tampoco emplea improperios para referirse a sus contendores. Es un socialista de otra índole.

Durante la temporada de invierno invitó a los indigentes a que se refugiaran en el palacio de gobierno. Es el presidente del Uruguay, José Mujica, quien, pese a su pasado guerrillero, ha emprendido un periplo por diferentes países de Europa y Asia para hacer gestiones diplomáticas en las que se ha mostrado muy interesado en el proceso de paz colombiano que se desarrolla en La Habana. Pues, considera que la guerra es un recurso prehistórico, del que hay que dar un paso adelante.

Y nadie mejor que él, para que hable con conocimiento de causa. Adelantó una lucha armada en su país, pagó 14 años de prisión; gracias a una amnistía decretada en 1985 quedó en libertad. Es por eso que en su más reciente visita al papa Francisco I, le ha pedido que interceda para que lleguen a buen término las con versaciones entre la guerrilla de las Farc y el gobierno colombiano.

Entre las políticas que se han trazado en su país y que se consideran un verdadero perfil revolucionario, están un plan habitacional para los más necesitados; el reconocimiento de la prostitución, con la entrega de carnés que les permite acceder a los servicios de salud y pensiones; la propuesta de legalización de la marihuana, que ha causado revuelo; la reducción de la indigencia y la pobreza en un 50 por ciento; el descenso de las cifras de desempleo. Pero ante todo está muy preocupado por brindarles techo a las familias más pobres del campo.

Se caracteriza por ser muy austero, aunque dice que esa palabra no le gusta porque está muy prostituida en Europa, por lo tanto prefiere llamarse sobrio. Es un hombre notablemente sencillo, eso se lo puede descubrir en su manera de vestir, sin mucha elegancia y sin corbata. Vive en una chacra ubicada a 10 kilómetros de Montevideo.

Ha renunciado a tener lujos, prefiere que la gente tenga un “techito digno”. Rehúye a toda la parafernalia de los jefes de Estado; como un gran humanista, está preocupado por la por solventar las necesidades básicas de la gente humilde, que existen en todos los países del mundo.

Considera que para instaurar un modelo socialista en su país se requiere tener mucha paciencia, hacerle entender a la gente que hay que brindarles oportunidades: “son los sucesos los que gobiernan a los hombres, y no los hombres a los sucesos”. Por ello dice que “vivir mejor no es tener más, sino ser más feliz”.

Lo del presidente Mujica está contrapuesto a los gobernantes que tienen un estilo de gobierno demagógico. No le ve sentido acumular riquezas, cuando todos vamos a marchar en el mismo cajón, por más que vivamos bajo una marquesina. El verdadero sentido está en pensar en la construcción colectiva, en una política de cambio.

Las ideas de Pepe Mujica, como se le conoce, se soporta en el pensamiento de los filósofos de la antigüedad, por eso su concepto de política es trabajar por encausar beneficios a las mayorías. “Y si por los avatares de la vida caes, hay que levantarse y volver a empezar las veces que sea necesario”, dice.

Mujica es un amplio camino que les ha demostrado a los mandatarios del mundo que con la aplicación de una política social verdadera, se puede hacer una gran revolución social. Es el camino y tiene en frente el Premio Nobel de Paz.

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