La Universidad de la Salsa: 50 años
| Ninguna agrupación salsera o de otro género musical ha logrado mantenerse durante tanto tiempo con su estilo e identidad, a pesar de las tendencias electrónicas y oscurantistas que hoy le imponen los medios de comunicación a los jóvenes, como El Gran Combo de Puerto Rico. Su liderazgo y legado musical hicieron que se llamara acertadamente La Universidad de la Salsa. |
Aníbal
Arévalo Rosero
Nada
más propicio que una noche oscura para descubrir el brillo de las estrellas;
aquellas que mantienen su luminosidad a pesar del paso de los tiempos. Y es que
en estos momentos sombríos, donde se ha extraviado la inspiración y la
creatividad, solamente aquellos que han labrado con mucho celo su brillantez
estarán siempre ahí, en el sitial que les corresponde: alumbrando desde los más
alto a quienes con sapiencia se nutren de lo más exquisito del arte musical que
marcaría una gran época. Ninguna agrupación salsera o de otro género se ha
ganado la impronta de la perennidad. Estas estrellas sí que brillan con luz propia,
se han ganado con justo mérito esa ciudadanía universal, han llegado con su
sabrosura a la mayor parte del mundo y están tan vigentes como un mayo del 62,
cuando Rafael Itier propone la fundación de una orquesta -que sin mayores
pretensiones y con las dificultades que implica despegar de nuevo-, que sería
bautizada por el empresario Rafael Álvarez Guedes como ‘El Gran Combo’.
Con
un estilo sencillo y con letras que le cantan a lo cotidiano, a la mujer, a
algún vagabundo que le gusta “la buena vida”, al amor, a la vida misma cuando
nos trae sus hojas blancas, al buen comer, al verano y a la lluvia, a la
Navidad y al año nuevo, al campo y a la ciudad, han hecho vibrar a cuantas
generaciones surgieron en los últimos 50 años. Han sido testigos de tantos
acontecimientos con su sonoridad: el asesinato del presidente John F. Kennedy,
muchos cambios sociales en nuestros países, la carrera espacial, el fin de los
discos de acetato y el surgimiento de los discos compactos, la telefonía
celular, la internet, el asesinato de John Lennon y la liberación de Nelson
Mandela después de 27 años de prisión, el fin de la Guerra Fría, la caída del
muro de Berlín, las olimpiadas y los mundiales de fútbol. Tantas cosas que
sucedieron durante estos 50 años, mientras El Gran Combo de Puerto Rico animaba
con su música este barco, que, muchas veces, ha gozado de buen viento y buena
mar, a pesar de los pesares.
Surgido
hace más de cinco décadas en la isla de Borinquén, de un grupo de jóvenes
inquietos que no podían detener sus ansias de hacer lo que sabían hacer y para
lo que habían nacido. Recientemente se había fragmentado la orquesta de Rafael
Cortijo y su Combo, por lo tanto había que darle paso a una nueva iniciativa,
que a la fecha tiene en su haber más de 70 álbumes y 562 canciones; acapararon
la atención de millones de salseros, quienes además se siguen moviendo al ritmo
cadencioso de sus melodías. En la radio no dejaban de sonar y cuanta parranda
no tenía ese nombre sino sonaba un disco del Gran Combo.
Pasaron
por él reconocidos artistas que luego se fueron a forjar sus propios proyectos
musicales o a formar parte de otras orquestas, por eso se dio en llamarlos ‘La
Universidad de la Salsa’. Además que su incidencia ha sido muy alta en el mundo
del espectáculo. En el año 92, para celebrar sus 30 años grabaron una pieza
musical que la titularon “No hay cama pa’ tanta gente” con ella le rendían
homenaje a los grandes salseros: Pérez Prado, Los Guaracheros de Oriente,
Roberto Torres, Ralph Mercado, Celia Cruz, Willie Rosario, Héctor Lavoe, La
Selecta, Daniel Santos y tantos astros que brillaron en el firmamento sonoro.
Entre
los vocalistas que pasaron por la agrupación están Joseíto Mateo, el primer
cantante, luego llegarían Andy Montañez, Pellín Rodríguez, Jerry Rivas, Charlie
Aponte, Roberto Roena, Papo Rosario, Sammy Ayala y Marcos Montañez, hermano de
Andy.
‘Los
Mulatos del Sabor’ -como también se los conoce-, se han plantado como un roble,
que ni el tiempo ni las nuevas tendencias musicales les ha cambiado su
sonoridad, lograron identidad propia y seguirán brillando con el renombre que
les darían melodías tan reconocidas como “Un verano en Nueva York”, “Azuquita
pal café” o “Achilipú”.
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